La actividad profesional de los diseñadores industriales ha sido siempre un desafío en los países de américa latina, los cuales se integran a la economía mundial desde una condición de asimetría y en un rol periférico. La centralidad asignada a los países productores de tecnología, supone un impedimento de desarrollo para los países periféricos al admitir una lectura unilateral como productores de materia prima, aún cuando, como manifiesta Prebichs (2012) “La industrialización de América Latina no es incompatible con el desarrollo eficaz de la producción primaria” (p.7).
Si pensamos en la producción de diseño en argentina y particularmente en Córdoba, resulta de interés indagar acerca de los modos específicos en que se producen las prácticas proyectuales en este contexto determinado. Abordar las problemáticas de la producción y el diseño desde los estudios culturales, implica “analizar los procesos y las prácticas gracias a las cuales cualquier contexto se construye como una organización de relaciones” (Grossberg, 2016, p.36).
Este proceso incluye el estudio de los objetos de diseño, que integran el sistema de relaciones que se establece entre diseñadores, fabricantes, y usuarios, como resultante de una dimensión significante que opera condicionante de las prácticas.